De la Tribu a la Manada II
Haití y la cobertura del terremoto
De los periodistas y los medios
Ryszard Kapuscincski y ‘La Manada’

1 de febrero de 2010

El miércoles 13 de enero de 2010 un terremoto llevó la desgracia al país más desgraciado de América: Haití. Hoy, 26 de enero de 2010, dos semanas completas después, me atrevo a redactar este post después de haber seguido este tema muy pero que muy de cerca, ya que he estado una semana completa de vacaciones y he podido dedicarme a ello. Nunca he sido corresponsal de guerra o enviado especial a desastre alguno. Por tanto escribo desde la distancia pero con respeto. Os aviso que este post es muy largo. Así que no os quejeis luego.


1.-De los periodistas y los medios. Manu Leguineche y ‘La Tribu’
2.-
De los periodistas y los medios. Ryszard Kapuscincski y ‘La Manada’
3
.-Los cinco estadios de la información (The sooner the best?)
4.-Diez joyas periodísticas patrias (O de cómo ha cambiado esto del Periodismo)
5.-
Los Breaking Twitts (Las redes sociales como vanguardia informativa) (Por publicar)

2.- De los periodistas y los Medios. Ryszard Kapuscinsky y ‘La Manada’
‘Los ojos de la guerra’
es un homenaje a Miguel Gil, periodista español que fue asesinado con las botas puestas mientras filmaba en Sierra Leona. El libro es de 2001. 21 años después, la segunda generación de ‘La Tribu’ se reunía para rendir homenaje a uno de los suyos. Comandados por el propio Manu Leguineche y el gran Gervasio Sánchez, setenta corresponsales de guerra recordaban al compañero caído y a Kurt Schork, compañero que también perdió la vida. Kapuscinski firma uno de los textos, que anteriormente fue publicado en la revista ‘Claves de Razón Práctica’, nº 92.

‘El mundo reflejado en los medios’ es un texto absolutamente deprimente en el que Kapuscinski, incontestable, certifica la derrota de los periodistas: "La gran revolución electrónica, la que se ha producido en la esfera de la técnica y la cultura, es un fenómeno reciente, de los últimos 30 ó 40 años. Su primera gran consecuencia ha sido el cambio sufrido por el entorno del periodista. Recuerdo la primera conferencia de jefes de Estado de África. Se celebró en 1963 en Addis Abeba. Para cubrirla, llegaron periodistas de todo el mundo. Nos reunimos, así, unos doscientos enviados especiales y corresponsales de los grandes diarios europeos, agencias de prensa y cadenas de radio. También había entre nosotros varios equipos que rodaban para las crónicas cinematográficas, pero no recuerdo que hubiese un solo equipo de televisión. Todos nos conocíamos, sabíamos lo que hacía cada uno y éramos incluso amigos. Había auténticos maestros de la pluma y verdaderos expertos en distintas cuestiones y en determinados países y continentes.
Hoy me parece que aquella fue la última gran reunión de los ‘reporteros del mundo’, el ciere de una época en la que el Periodismo había sido tratado como una profesión para maestros, como una noble vocación a la que la persona se entregaba plenamente, para toda la vida (...)".

"(...) La revolución electrónica ha provocado una multiplicación de los medios (...) ¿Qué otras consecuencias ha tenido? La principal ha sido el descubrimiento de que la información es una mercancía cuya venta y distribución pueden reportar grandes beneficios. En el pasado, el valor de la información estaba asociado a procesos como la búsqueda de la verdad. Era también entendida como un arma que facilitaba la lucha política, la lucha por la influencia y el poder (...) Hoy todo ha cambiado. El valor de la información se mide por el interés que pueda despertar. Lo más importante es que la información pueda ser vendida (...) Desde que se descubrió que la información es una mercancía dejó de estar supeditada a los criterios tradicionales de la autenticidad y la falsedad. Ahora está supeditada a las leyes del mercado: conseguir una rentabilidad máxima y mantener el monopolio. Pienso que ese cambio es el más importante de cuantos se han operado en la esfera de la cultura (...)".

"La guerra interna que libran las empresas se ha convertido en algo más importante que el mundo que les rodea. Nutridos grupos de ‘enviados’corren por el mundo. Forman una gran ‘manada’ en la que todos vigilan a todos para impedir que la competencia tenga algo mejor. De ahí que, en los momentos en los que en el mundo tienen lugar a la vez varios acontecimientos, los medios cubran solamente uno, el que atrajo a la ‘manada’. Más de una vez fui miembro de esa ‘manada’. La describí en mi libro ‘la guerra del fútbol’ y sé cómo funciona. Recuerdo la crisis generada por la toma de rehenes norteamericanos en Teherán. Aunque, en la práctica, en la capital de Irán nada sucedía, durante meses enteros permanecieron en esa ciudad miles de enviados especiales del mundo entero. La misma ‘manada’ se trasladó años después a la zona del golfo Pérsico, durante la guerra, aunque allí nada se podía hacer, porque los norteamericanos no dejaban acercarse al frente a nadie. En el mismo momento, en Mozambique y Sudán sucedían cosas terribles, pero a nadie le importaban, porque la ‘manada’ estaba en el golfo Pérsico. Algo similar ocurrió en Rusia en 1991 durante el golpe. Los acontecimientos auténticamente importantes, las huelgas y manifestaciones, tenían lugar en San petersburgo; pero el mundo no lo sabía, porque los enviados de todos los medios no se movieron de la capital, esperando que algo ocurriese en Moscú, donde la calma era casi absoluta (...)".

"El desarrollo de técnicas de comunicación, y sobre todo de la telefonía móvil y del correo electrónico, ha cambiado radicalmente las relaciones entre los enviados de los medios y sus jefes. Antes, el enviado de un diario, el corresponsal de una agencia de prensa o de una emisora disponía de gran libertad, podía desarrollar su iniciativa personal. Él buscaba la información, la descubría, la seleccionaba y la elaboraba. Actualmente, con creciente frecuencia, se ha convertido en un simple peón movido a través del mundo por su jefe desde la central, que puede estar en el otro extremo del planeta. El jefe, por su parte, dispone de informaciones falicitadas a su vez por muchas fuentes y puede tener una imagen de los acontecimientos muy distinta a la que tiene el reportero que cubre el suceso. Pero
la central no puede esperar a que el reportero termine su labor. Por eso es la central la que informa al reportero sobre el desarrollo de los acontecimientos, y lo único que espera de él es que confirme la imagen que ya se ha hecho de todo el asunto (...)".

"La ignorancia de los enviados de los medios sobre los acontecimientos que han de escribir o comentar es a veces despampanante. Durante las huelgas que se produjeron en agosto de 1981 en Gdansk, de las que nació el sindicato Solidaridad, la mitad de los periodistas que llegaron de todo el mundo para cubrir el suceso no sabía dónde eactamente estaba la ciudad en el mapamundi. Aún menos sabían sobre Ruanda en el trágico año de 1944. Muchos de ellos se encontaban por primera vez en África y abundaban los que habían llegado directamente a Kigali a bordo de aviones feltados por la ONU y
no tenían de la menor idea de dónde se encontraban. Prácticamente todos carecían de nociones sobre las causas y razones del conflicto, sobre sus condicionamientos y meollo (…)".

"La culpa no es de los reporteros. Ellos son las primeras víctimas de la arrogancia de sus jefes, de los grandes medios, en particular de las principales redes de televisión. "¿Qué pueden exigir de mí?", me dijo recientemente el cámara del equipo de una gran red de televisión norteamericana, "si en una sola semana he estado filmando en cinco países de tres continentes?" (...)

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