‘El Año de las Ausencias’

4 de enero de 2015



‘El Año de las Ausencias’
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La Bodega Donostiarra está de bote en bote. Las guindillas, anchoas y el bonito reinan. Picamos chorizo a la brasa y tortilla. También ensaladilla, que te obliga a pensar de alguna manera que solo se puede comer ensaladilla y rodaballo en Donostialdea. No es medianoche y ya planeamos aventuras. Mi amiga y yo, dos donostiarras trasterrados que las hemos pasado canutas, miramos al cielo y está nuestra estrella. Vemos la Luna Llena y no nos lo pensamos. Nos dirigimos a bordear el Paseo Nuevo. Es como si lo hubieran abierto para nosotros. Hay nuevas definiciones del color azul, del blanco de la espuma que se recorta sobre cada ola. El ruido atronador que paraliza pero subyuga cuando rompe sobre el muro. La escollera de piedras inauditas. El viento en la calma. La Bajamar que te proporciona una extraña sensación de pereza, de plenitud. Algo tiene la mar que da miedo. La mar eterna que te espera siempre cuando vas a visitarla. Mi amiga y yo no nos hablamos. Solo nos abandonamos al cálido viento lunar que nos va sanando por dentro. Lleno de sal, permite cicatrizar las heridas, que en un último intento, abrasan con la mayor intensidad posible, dentro de ti, donde las has dejado entrar. Pero el viento lunar, el ruido atronador de las olas, la luz de las estrellas, el poder de la mar, conjuran el mal. Nos ponemos frente a la barandilla, tenuemente iluminada por la luz mustia de la farola. Sabemos que el Cantábrico está debajo. Entonces, saltamos y nos vamos nadando. Buceamos y empezamos a sonreír. A la sonrisa le acompaña una carcajada. Al principio se contiene, al final es sonora, agradable, cálida. No hace frío. Y decidimos volar. Pensamos que la escultura de Oteiza, el vasco lisérgico que nos guía, merece ser disfrutada desde arriba. Es también una antena que conecta en el otro extremo con la de Chillida. Se percibe bien cuando vuelas en el viento, cuando nadas entre las olas, cuando caminas por la arena fina y mojada. Sabemos que ha sido el Año de las Ausencias y pactamos que tenemos que Desaprender. La noche insiste y te envuelve en sus azules, turquesas, cobaltos, marinos. Somos felices.

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